Por comisión de edición y redacción/AEHAAA
“En
los ojos guardo la tristeza de las muñecas
que jugaron a ser hijasy que mis padres acabaron regalando.El agua fría me trae a mi cuerpo,escondo el pene entre las piernas.
Mamá,
¿a quién me parezco?”
Federico García
Lorca, Sonetos de amor oscuro
Cada año en Guatemala y en todo el mundo
se celebra el orgullo de la diversidad sexual con actividades como conciertos,
desfiles, conversatorios, etc. Este año es la excepción debido al contexto del
Covid-19. La historia de esta celebración en Guatemala tiene tintes de lucha
contra la discriminación y violencia, pues se le llamó «Primera Marcha gay de
Guatemala» a la protesta por la muerte de María Conchita Alonso en octubre de
1997, mujer trans activista miembro de la institución OASIS —organización que
en ese año se dedicó a brindar apoyo a la comunidad de la diversidad sexual en
Guatemala—. A continuación, se presenta el resumen y síntesis del testimonio de
Jorge Luis López Sologaistoa —director de OASIS— con relación a la vida y legado de María
Conchita. Su historia corresponde a la historia de cientos de personas de la
diversidad sexual, víctimas de criminalización, discriminación, exclusión
social y violación a sus derechos humanos.
María Conchita
Era conocida como María Conchita Alonso.
Fue una persona muy carismática, demasiado alegre, muy positiva y que todo el
tiempo estaba cuidando de las demás personas. Ella era una persona transgénero —le
diríamos ahora—. Esta salvedad de la utilización del concepto transgénero se hace
porque en el tiempo en el que vivió María Conchita, aún había
mucha discusión al respecto de la identidad de género; no se conocían estos
términos y, de hecho, muchas de las personas que tenían las mismas características que ella, se auto
identificaban en género masculino y vivían una vida femenina. Con esto se
revela y atestigua las dificultades para poder identificar la percepción del
propio ser.
María Conchita nació en Jutiapa. Su nombre
civil fue Luis Enrique Palencia. Fue una persona muy guapa, sus ojos eran
claros y su cabello quebrado; bella en todo sentido. Estaba muy comprometida
con sus propios derechos, aunque en ese momento no había claridad sobre
identificación o percepción de la comunidad de la diversidad sexual y de
género. Se vivía en ignorancia y muchos se sentían mal por el «pecado» de la
propia naturaleza e identidad.
María Conchita. Imagen: Albedrío
Se dedicaba al trabajo sexual. Ella
llegaba a la oficina de OASIS, como muchas otras personas, pero su caso llamaba
la atención. Pedía condones, información de todo tipo o acompañamiento, y esto
lo compartía con otras amigas suyas que también se dedicaban al trabajo sexual.
Por su entusiasmo y activismo, a María Conchita se le otorgó el estatus y
distinción de Asociada Honoraria de OASIS, y esto se le notificó el 1 de
octubre de 1997.
“Se le
acababa de dar el estatus de asociada honoraria a Conchita, y nos la asesinan
(..) nos hicieron sentir en primera persona que te quitaron a un ser muy
querido. Su muerte nos hizo desarmarnos como seres humanos”
La muerte de María Conchita fue una ejecución
extrajudicial por miembros del ejército de Guatemala. La violencia transfóbica —término
que en ese tiempo no existía aún— se respiraba en el aire; había violencia en
contra de gay, lesbianas y trans.
“Recuerdo con
mucho cariño una ocasión en la que yo iba bajando las gradas de la oficina de
OASIS (...) nos chocamos con María Conchita subiendo las gradas y nos damos un
beso, hola Conchita, cómo estás, bien gracias (...) y a los pocos días nos la
matan (...) nos chocamos con que nos matan a nuestra Conchita”
La primera marcha gay de Guatemala
Ya para 1997 se había firmado la paz en
Guatemala. Sin embargo, el ambiente que se vivía era contrario a la paz, pues
existía persecución militar real y permanente por parte del Estado hacia grupos
como el de la diversidad sexual. Frente a este contexto, varios miembros de
OASIS decidieron no participar en la marcha que se estaba planificando en
honor a María Conchita: luego de la misa en su honor, se propuso caminar en
grupo hasta el lugar de su muerte en la 5 avenida y 11 calle de la zona 1. Por
precaución y miedo a perder la vida, algunos miembros de OASIS decidieron no
participar. El otro grupo que participó en esta denuncia pacífica, quienes
también tenían miedo, decidieron hacerlo porque la indignación hizo que el
silencio se rompiera. La manifestación se hizo en nombre de los amigos de María
Conchita, sin mencionar a la organización. Participaron parejas, amigos,
familiares y vecinos. Al día siguiente, el periódico SigloXXI catalogó a esta manifestación como la «Primera Marcha gay de
Guatemala».
“Salimos a
manifestar con una mezcla de orgullo, dolor y reivindicación”
En años anteriores a la muerte de María
Conchita, se celebraba el mes de la diversidad en junio, inspirados en otros
movimientos que se daban alrededor del mundo. Pero fue esta manifestación en
honor a María Conchita el primer antecedente de una marcha y manifestación del
orgullo de la diversidad sexual.
“Se nos
despertó el orgullo, se nos despertó el dolor; no pudimos seguir respirando con
ese fuego en nuestras narices”
La vida de María Conchita es la vida de
muchas personas de la comunidad de la diversidad sexual. Como la historia de Jorge Luis López, quien
también tuvo que dejar su lugar de origen siendo jovencito, pues ya no era posible respirar en
ese espacio. A pesar de conocer y saber que él es una persona con derechos como
cualquier otra, el peso de la vergüenza y la discriminación social es muy
fuerte. La víctima de exclusión social tiende a aparentar que todo va bien, se
puede tener éxito económico, laboral y familiar, pero a expensas de ocultar lo
que se es en realidad; se calla y en ocasiones se llevan dos vidas. Esta
situación causa sufrimiento oculto en la persona.
Stone Wall en Guatemala
Para Jorge López, el legado de María
Conchita es paralelo al legado de las protestas de Stone Wall, ocurridos en
Estados Unidos el 28 de junio de 1969. Es decir, lo que se celebra en Guatemala
tiene raíces en Stone Wall; aquí se conmemora el momento de
rompimiento del silencio mediante la lucha pacífica de la defensa de los
derechos y la dignidad. La primera vigilia planificada luego de Stone Wall fue
en 1970, en la que surge el movimiento del orgullo y la reivindicación de los
valores de la diversidad sexual. Este es el antecedente y raíz de OASIS y de
muchas otras organizaciones; la llama ya estaba prendida.
“Es así como
en octubre de 1997 salimos y gritamos: «nos mataron a la María Conchita, y no
se vale que nos estén haciendo este tipo de violencia, cuando somos seres
humanos que merecemos el mismo trato que el resto de la sociedad». Ya basta, no
vamos a seguir callando”
Paulina Marrot fue otra víctima de la violencia
contra la comunidad de la diversidad sexual. Fue asesinada en 2005 por su activismo. Se siguen llorando estas y otras vidas
perdidas en manos de la violencia social o estatal y por el crimen organizado.
En los años 1998 y 1999 se velaban en OASIS muchas personas; en ocasiones la
cifra fue de un entierro por semana, y muchas de estas víctimas fueron trans,
gay y trabajadores sexuales.
Trabajo, explotación y violencia estructural
Las personas se ven empujadas a subsistir
en un contexto de explotación sexual. Un trabajo debería ser por decisión. En
ocasiones, la realidad es otra: la persona que está sobreviviendo con su sexo
puede sentir felicidad a pesar de la situación de explotación en la que se
encuentra, porque se tiene una forma de obtener ingresos económicos sin tener que doblegarse
ante un sistema hetero sexista, patriarcal, racista, machista, misógino y
clasista. Las personas que contratan servicios sexuales
pueden llamarse clientes, pero se entiende que son explotadores sexuales que
resultan comprando la dignidad humana. Del número de personas que atendió OASIS
en el 2010, el 36% subsistían del trabajo sexual.
De Jutiapa, María Conchita migró hacia
ciudad de Guatemala. La exclusión social y violencia que se vive en áreas
periféricas urbanas o rurales del país tiene dimensiones inimaginables. En las
ciudades, la violencia es mucho más activa; representa exclusión, indiferencia,
crítica, violencia física, extorsiones, robo, falta de empleo, expulsión de
hogares, veto a la educación y el perder la vida.
El contexto de vida de María Conchita y el
de muchas otras personas como ella, responde a la estructura social del país,
pues la nuestra es una sociedad que fue construida para proteger los intereses
económicos de un pequeño grupo de personas que se adueñaron de todo. La
discriminación y polarización mantiene ocupada a las personas; no se cobra
conciencia de que existen minorías a quienes se les viola sistemáticamente sus
derechos: salud, nutrición, educación integral; circunstancias que aseguran la
dignidad y libertad de las personas. La historia de María Conchita es el
reflejo perfecto de la sociedad en contexto del final del conflicto armado
interno, pues a pesar de haberse firmado la paz, se desatendió a las causas que
originaron este conflicto.
En el Archivo Histórico de la Policía
Nacional —AHPN— se han encontrado registros de personas que fueron apresadas e
incluso ejecutadas extrajudicialmente por su orientación sexual o identidad de
género. Este fenómeno de la discriminación tiene varios estratos, es como un
pantano profundo, y a medida que se investiga y analiza, surgen capas más
profundas.
Amor y utopía
“Esta situación
duele y es allí donde está la inspiración para la defensa de los derechos
humanos”
En el año 2006 se convocó a la marcha de
luto, pues el año 2005 fue terriblemente sangriento para la comunidad de la
diversidad sexual, específicamente en contra de mujeres trans.
“La
importancia que tiene levantar los nombres como el de María Conchita es porque
son nuestros estandartes, para mostrar que la dignidad humana nuestra no es ni
un ápice diferente a la dignidad humana de otras personas”
El cambiar la sociedad ahora es como una
utopía. Lo que se busca es que a futuro la sociedad trate mejor a las personas
diversas, para que quienes nacen hoy no sean tratados como fue tratada María
Conchita. Lograr convertir el dolor y sentimientos nocivos y negativos como
odio, que se generan por la situación de exclusión, y convertirlos en amor
hacia la humanidad.
“Es con
soberbia, orgullo y fuerza que vivimos y resistimos. Los niños y niñas de ahora
merecen el respeto a su dignidad y derechos”
Fotografía: Luis Ruiz Plaza Pública
Referencias
Vásquez, C. (Octubre de 1997) Mataron a la Conchita. Prensa Libre. Guatemala.
Visibles Guatemala (2019) Raíces: Historia del movimiento LGBTIQ en
Guatemala. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=Qq1T5pha_OU
López Sologaistoa, Jorge Luis (21 de junio de 2020, comunicación telefónica)